La debilidad de los cuerpos

Los orientales consideran que no hay riqueza mayor que el sentimiento de tener bastante, de contemplarse con lo que se es, lo mismo que con lo que aún no se es, o aún no se consiguió ser. Aceptar el paso de los años es el camino cierto para librarse de las perturbaciones.

 Por Graciela Fernández

 

A lo largo de los años, se viene estudiando por parte de diferentes disciplinas el comportamiento  del sujeto, la subjetividad, la relación entre ellos, la conducta social, el ser en su interior y la conexión con el exterior.

En este momento de pandemia por Covid.19, se concentra la energía en cómo cada individuo se protege del letal virus, sumado a la incertidumbre de lo que ocurrirá con la economía del mundo, pero básicamente de los países más vulnerables.

En la actualidad la realidad humana ya no se define solo por la razón, como pensaba Descartes, sino como afirmaba Finkielkraut, en el encuentro con los demás y la relación con el ser. Este existencialismo indica que hay que tomar conciencia, que en este momento lo importante es proteger al cuerpo, la estética quedó postergada. El barbijo tapa el rostro, ese tan bello o tan arrugado, que por estos días, iguala a todos.

El cuerpo está ahí, vulnerable y temeroso, que por su boca, oído, ojos y nariz, ingrese este pequeño monstruo, que como dice León Gieco, “es grande y pisa fuerte”.

La vida individual está en riesgo como ocurrió en diferentes etapas de la existencia humana, resulta muy oportuno mencionar a Schopenhauer y su teoría de los puercoespines, estos animales cuando tienen frío deciden reunirse todos y juntarse mucho para darse calor, unos con otros . La excesiva unión por parte de los animales tenía como resultado que se clavan las espinas entre ellos, haciéndose daño. Los puercoespines frente al frío están en una situación comprometida, ya que por un lado tienen que elegir entre enfrentarse a las bajas temperaturas o a las espinas de sus propios congéneres. La necesidad de calor los llevó a tomar una solución intermedia, seguirán reuniéndose, por necesidad biológica, pero procurando mantener una distancia de seguridad mínima, para evitar hacerse daño unos a otros. Así consiguen calor y al mismo tiempo salvarse de las espinas.

Este es uno de los tantos ejemplos de cómo los cuerpos se protegen  de varias maneras y frente a diferentes dificultades para sobrevivir

“La vida se presenta como una continua mentira” afirmaba Schopenhauer y a este pesimismo le agregaba “para no ser demasiado infeliz, no hay que esperar ser demasiado feliz”.

Es imposible pensar al sujeto sin un cuerpo que lo represente. En este momento y frente a esta denominada cuarentena, se pone en juego la libertad del físico, esa que las sociedades consiguieron a través de innumerables batallas tanto armadas como discursivas. También, con movimientos de masas que lograron ser muy poderosas, pero que en cuestión de días hacen tomar consciencia de la fragilidad del físico, que es globalmente débil, tanto que frente a esta pandemia, ningún avance tecnológico ni científico pudo evitar que al menos por días o meses estos cuerpos están ensimismados en su intimidad.

Lo único válido y seguro pareciera ser el aquí y ahora. El mundo en el que se vive transita muy rápido. El avance no pide permiso, ingresa en el cuerpo de manera veloz, tanto como un virus invisible. Esta estampida de información que reciben los cuerpos a diario, al detenerse, toman conciencia en forma súbita de una realidad interior que había permanecido inconsciente.

La conectividad social es virtual y ahora más que nunca ser seres sociables, ayudará a no perder la capacidad de unión, esa que hace la fuerza.

La Comunicación que ejercen los seres humanos, provoca una influencia que repercute en la imagen y concepción de la realidad, por este motivo es que  las relaciones subjetivas necesitan de esta conectividad y que nuestro cerebro desarrolle cada vez más, mecanismos de defensa para no perder la interacción con el resto de los humanos. Como afirmaba, Gregory Batenson,  el concepto de comunicación incluye todos los procesos a través de los cuales una persona influía en otra u otras, lo que quiere decir que para él la comunicación, y no otra cosa, era lo que hacía posible las relaciones humanas. La comunicación humana proporciona los programas de reforzadores positivos y negativos que conformarán a los individuos a través de aprendizaje. El condicionamiento operante más fuerte en los seres humanos es administrado durante el proceso de comunicación. De ahí que se asevere que la comunicación es ontológica,  va conformando al ser humano que lo que es.

En este 2020 si los humanos tuvieran  espinas no sería una dificultad, porque la distancia social es necesaria, para no contagiar y para prevenir. Hoy las sociedades  tienen que actuar como si fueran puercoespines. Los cuerpos presentes

ahí como una totalidad están temerosos, ansiosos y con la incertidumbre de lo que ocurrirá, seguirán reuniéndose, por necesidad biológica, pero procurando mantener una distancia de seguridad mínima.




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