Crónica de los espermatozoides

Por Graciela M Fernández


Esto no pasaba cuando eramos adolescentes, a las que tenemos más de cincuenta.

Hace ya tres años una de mis hijas apareció con un pañuelo verde, se lo habían regalado, comienza una maratónica militancia a favor del cuerpo, de la mujer y del aborto, las discusiones fueron intensas, largas y productivas.

Hace muchos años opiné sobre el aborto en una reunión de amigos y fue juzgada de insensible, en el año 1994, no era un tema para hablar tan libremente. Con mi experiencia a cuestas, al escuchar opinar a mi hija le sugiero que sea prudente cuando opina sobre el tema, ella se enoja y responde yo voy a decir lo que pienso, no me importa lo que digan de mi.

Ahora entiendo que los años pasaron, las personas cambiaron y las discusiones también. 



Ella levanta con orgullo su pañuelo verde, yo no hago militancia del pañuelo, de ninguno, aunque estoy a favor del verde.

Cuando en el año 2018 el Senado de la Nación, debatió sobre el aborto, no paraba de escuchar discursos de caballeros, que hablaban del cuerpo de la mujer, como si tuvieran uno, que opinaban de la violación, como si supieran lo que es, porque no hablaban de la violación de su género, sino del femenino. Por momentos sentía que nuestro cuerpo y nuestro sistema reproductor se hizo público, es decir que todos opinan sobre las mujeres y sus derechos, como si fuéramos una cosa que todos pueden opinar.

Nunca se les ocurrió a los Diputados y Senadores y al Poder Ejecutivo y Judicial, realizar un debate si es legal, que los hombres puedan hacer uso de sus espermatozoides libremente, porque según los próvida, cada vez que ingresan a otro cuerpo espermatozoides o los tiran con la masturbación, también son vidas que se están muriendo.

Nunca escuché a nadie debatir sobre el uso indebido del espermatozoide, sería interesante que se llene la plaza de pañuelos del color que quieran para defenderlos.

El derecho de los pobres e indefensos espermas mal utilizados, lleva a una enorme cantidad de población que no se les permite ser, por culpa del derroche, como dijo el Senador José Mayans (Partido Justicialista): "Imagínense que la madre de Vivaldi, por ejemplo, le hubiera negado el derecho a la existencia. O la madre de Mozart, o de Leonardo Da Vinci, o de Miguel Ángel. Bueno, le agradezco a mi madre que no me negó el derecho a la existencia".

Pasaron dos años y todavía no puedo salir de mi asombre con su discurso, menos mal que la madre de todos los mencionados y de todos los que estában en ese recinto y de toda la gente que está en la plaza, les dieron el derecho a la vida, se imaginan si los hombres no derrocharían espermas cuántas personas más habría en la plaza.

Espero que sigan estos debates, pero por favor que encuentren un equilibrio para el bien de la sociedad. Pero el cuerpo de la mujer es su propiedad privada y solo se necesita la ayuda del estado, para que pueda tomar una decisión con libertad. Yo no me considero una militante feminista, en realidad no lo soy, pero esto de escuchar por horas, días, meses y años hablar sobre nuestro cuerpo y derechos, me hizo sentir tan objeto como el mismo sillón en el que depositan su cuerpo, el mismo que tantas veces derrochó espermatozoides.


Comentarios