Vida de pingüinos


Por Graciela M Fernández

La reserva de Punta Tombo, un paraíso donde los pingüinos se refugian, fue creada para proteger y preservar la especie. Un buen lugar para observar con atención la vida de estas aves y descubrir con sorpresa algunos de sus hábitos.

El sol ilumina las aguas del océano Atlántico. En una antigua playa, resultado de cambios en el nivel del mar, las piedras redondeadas y pulidas atestiguan el origen marino de esta zona. La Punta descansa sobre roca ígnea, resultante de acción volcánica en el pasado, refugio argentino de los pingüinos de Punta Tombo.

Allí en la atractiva provincia de Chubut, se impone la reserva, que alberga una de las colonias de aves marinas más diversas de todo el mundo y la mayor continental de pingüinos, fuera de la Antártida. Entre los meses de septiembre y abril llegan alrededor de medio millón de aves, a un predio de veintiún hectáreas, que fueron creadas en 1979, con la finalidad de proteger a los pingüinos de Magallanes (Spheniscus Magellanicus) la especie más vista en la Argentina.

Cómo viven los pingüinos

Al refugiarse en esa reserva construyen sus nidos bajo los arbustos en cuevas que hacen en lugares abiertos , por lo general se encuentran en áreas cercanas a la costa, donde el suelo es más fácil de excavar.
La reserva permite observar cómo los pingüinos tienen un punto en común con los habitantes de las grandes ciudades, viviendo muy cerca uno del otro y muchas veces se pelean por las viviendas,ganando el que queda vivo o el que está menos lastimado. El motivo por el que se amontonan es para protegerse de la gran cantidad de predadores, entre los que se encuentra el lobo marino.

Entre miles de pingüinos los machos se distinguen de las hembras por se más grandes y tener picos más gruesos y largos.

Para comunicarse, los adultos emiten un rebuzno con el objetivo de alejar a los extraños y atraer a la pareja.

Su comportamiento es digno de admirar, están en permanente movimiento, en sus ratos libres se ocupan de la cosmética del plumaje, lo que les asegura su impermeabilidad y muchas veces lo hacen en pareja.

Las hembras ponen dos huevos y al nacer los pichones son alimentados tanto por el padre como por la madre, ellos no tienen problemas de género, ambos les traen peces y calamares. Cuando los recién nacidos piden alimento a sus padres, lo hacen emitiendo un piar sibilante y continuado. La disponibilidad de comida varía de año a año y esto determina que en algunas épocas, el éxito reproductivo de las parejas sea muy bajo.

A fines de enero y febrero, los jóvenes nacidos la temporada anterior pasan casi dos semanas en tierra, donde mudan su plumaje juvenil por el de adulto,

Son muy buenos nadadores, en invierno pueden llegar hacia el norte, hasta Río de Janeiro. Es muy placentero verlos en su hábitat natural y unidos dirigirse hacia este lugar.

El ruido incansable del mar, la elegancia de los pingüinos al caminar, el sol iluminando las playas demuestran una vez más el equilibrio de la naturaleza en cada lugar.

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