por Laura A Soto
Eramos muy chicos cuando mi hermano Ariel atravesó su dedo índice con la aguja de la máquina de coser de mamá. Recuerdo su cara de terror y las corridas. Hay sangre entre los engranajes. Pero no sólo de él, sino de todo mi linaje. Mamá tenía una marca SINGER, que era un clásico, ya está prometida para mi sobrina Micaela en la herencia familiar.
En ella mi madre pasaba muchas horas cosiendo, como muchas vecinas de nuestro barrio de Lomas del Mirador, en La Matanza, flores pequeñas en parvas de ropa interior que se apilaban en nuestro patio. Recuerdo el perfume de los textiles, entre ácido y plástico, con texturas sedosas y pasteles. Así contribuía a la alicaída economía en casa. Veinte centavos por cada flor cocida. No logro hacer las cuentas a equivalencias actuales, tal vez un día de trabajo alcanzara para comprar un frasco de dulce de leche, que nunca faltó en nuestra mesa.
Como adulta recibí la máquina de coser de mi abuela Elisa, rescatada de un galpón, ya olvidada para todos. Es mi gran tesoro. Apenas llegada de Italia ésta representó un gran salto de calidad de vida, un símbolo de prosperidad para esa numerosa familia con seis hijos. No legué a verla coser, pero la imagino cantando Mazolin di fiori mientras la usaba.
Los dibujos y relieves siguen invitando a la fantasía del Art Decó
Máquina de coser Singer
por Graciela M Fernández
Seguro conocés esta máquina o porque estaba en tu casa heredada o la tenía tu abuela y con ella nos cosían la ropa.
En cada hogar existía un mueble que en su interior se guardaba la máquina de coser.
En la mía había dos, la Neumann, y la Singer, que mi abuela paterna me dejó como su legado, pensó que podría ganarme la vida con ella, pero yo nada más alejada de la costura. Sé usarla y para alguna cosa fácil, le doy utilidad, aún funciona.
La historia cuenta que en 1755 un alemán llamado Charles Fredrick Wiesenthal, patentó un instrumento mecánico que facilita la costura. Era algo tan sencillo como una aguja con dos puntas y un ojal en el extremo. Suficiente para ser considerada la primera máquina de coser de la historia.
Esta máquina que revolucionó los hogares, fue patentada por Issac Merrit SInger, el 12 de Agosto de 1851, pero recién en 1865 comienza a ser utilizada en los hogares.
En 1890 ya es la marca más famosa en el mundo. Para 1951 ya había aproximadamente más de 400.000 mujeres haciendo cursos para aprender a usarla.
Muchas mujeres se ganaban la vida con la costura y la enorme mayoría hacía cursos de corte y confección, para arreglar o realizar la ropa a la familia.
En la actualidad son eléctricas y no tienen los inconvenientes de las antiguas, como por ejemplo, no se corta la cuerda.
Un gran invento, que por lo general manejaban las mujeres.
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