Grabando sueños




Por Graciela M. Fernández



Corría el año 1978, cuando estaba cursando el último año de la secundaria y decidí que quería ser periodista. Mi padre me respondió que ese no era un trabajo para una mujer. Cómo ya estaba acostumbrada a esas diferencias sexistas, porque tengo un hermano varón más grande y cuando a mi no me dejaban salir y él se manejaba con total libertad, yo le preguntaba por qué él puede y yo no? la respuesta era, porque él es varón. En esa época era complicado hacerle entender a los padres que era injusto, pero la palabra de ellos era ley. Así fue que me compré la Guía del Estudiante y comencé a buscar carreras que me interesaran, a todas les encontraba algún problema, o era muy larga, o tenía mucha matemática, o demasiada física. Finalmente me incliné por el periodismo, abriéndome camino en la familia a pesar de todo.






Estudié en un Instituto privado y cuándo en la UBA, existía la posibilidad de una carrera denominada Ciencias de la Comunicación, donde podíamos elegir el último año, la orientación, me anoté, me recibí y elegí periodismo.


Cada cosa que nos gusta en la vida es una pasión y poder trabajar de ello es muy interesante. Siempre me gustó mucho la radio, mi sueño era estar en su magia y ser parte de generarla.

Mi primera experiencia fue en Radio Municipal, en esa época se llamaba así, hoy es la radio de la Ciudad. Fue una experiencia hermosa, estaba fascinada, tuve la suerte que quienes trabajaban ahí eran buenas personas, tanto que nunca me los voy a olvidar. Uno de mis trabajos era cortar los cables que venían en las teletipos de las Agencias de Noticias, para seleccionar las más importantes, que luego se leían en el noticiero de la radio cada media hora, o en el panorama informativo. Un día me preguntaron si me animaba a hacer reportajes en la calle para que salieran en la emisora, fui tan feliz, salí corriendo a comprarme mi primer grabador de periodista.

Lo usé muchos años, también haciendo periodismo gráfico. Ahora es parte de mi historia, es una reliquia que conservo impecable. El acompañó mis primeros pasos, fue testigo de muchas voces, en los cassettes que había que ponerle y las pilas para que funcionara.

En la actualidad descansa en un cajón, porque fue reemplazado por métodos más modernos, pero siempre fiel a su estilo, sigue funcionando perfectamente. Algunos sueños se cumplieron otros no, pero lo importante es que este aparato cumplió su función y acompañó sin fallar.


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